1 de octubre de 2009

Juanito y el caso Iztapalapa

En las ultimas semanas han acontecido sucesos de gran relevancia para la vida política nacional: la comparecencia de García Luna ante el Congreso, la designación del nuevo titular de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, la demostración del poder del PRI ante el reparto de las Comisiones en la Cámara de Diputados, la ratificación del triunfo panista en Miguel Hidalgo y Cuajimalpa, y el resultado de las presiones que los lopezobradoristas ejercieron tan fuertemente sobre Rafael Acosta Juanito en el ya famoso caso Iztapalapa entre otras situaciones.

Todas situaciones relevantes que iremos tratando por separado, en primera instancia estamos obligados a tratar el caso Iztapalapa.

En Gente de México por la Democracia habiamos acordado no tratar el tema para no mediatizarlo, para no incrementar la polarización y porque era una situación de caracter partidista y no deseabamos tener injerencia en conflictos de esta indole. Sin embargo, el tema es inaludible, se convirtió en un show que degradó profundamente a los actores involucrados y que desnudó una vez más a la clase política mexicana.

Todo inicia cuando el Tribunal Electoral le quita la candidatura del PRD a Clara Brugada y se la otroga a su contrincante en la contienda interna, Silvia Oliva; y entonces en un acto degradante, sucio, clasico de la mafía política, Andrés Manuel López Obrador entra en la jugada para crear el caos que hoy en dia se vive en el caso Iztapalapa.

López Obrador pide a sus simpatizantes que voten por el candidato del PT a Jefe Delegacional, es decir Rafael Acosta Juanito para que este al obtener el triunfo le ceda el puesto a Brugada. Desde ese momento López Obrador quiso, una vez, manipular la situación y hacer tangible su poder al manipular a las personas, en este caso a Juanito para adaptarlo a su agenda.

López Obrador, no lo negamos, tiene y tuvo buenas propuestas y buenos proyectos para la Nación y para los mexicanos, pero su frustración se convirtió en vociferación y criticas improductivas que estancaron a su movimiento y obligo a muchos a deslindarse de él, lo mismo ocurrió cuando quiso posicionar a su gente en todos lados para asegurarse la candidatura en 2012, que de ocurrir nunca igualaría los votos obtenidos en 2006. Todo este odio y frustración, enojo y hartazgo y porque no decirlo también, la ambición, llevo a la situación de Iztapalapa.

Por otro lado tenemos también la actitud de la corriente de Nueva Izquierda del PRD, que en su confrontación continua con López Obrador hizó que se impugnará una elección interna ante el Tribunal Electoral con fundamentos de poca relevancia para quitarle la candidatura a Clara Brugada.

Y por supuesto, esta la actitud de Juanito que con tanta atención, en especial de los medios de comunicación, perdió el camino y en frase coloquial se le subió a la cabeza, pero finalmente el no tuvo la culpa, porque fue vilmente utilizado por la clase política, fue víctima de fuertes presiones de todos los ambitos desde partididas, sociales y hasta gubernamentales. Juanito representaba verdaremente al pueblo, a la sociedad mexicana, a la clase baja que ha luchado toda su vida para salir adelante, pero la clase política de López Obrador se rebajó a un nivel incluso más bajo del que representa Calderón.

¿Como hacer para que las cosas hubieran sido diferentes? Pudo haber cambiado si Silvia Oliva en lugar de buscar su beneficio hubiera trabajado conjuntamente con Clara Brugada por Iztapalapa y por la estabilidad del PRD; si después de que el tribunal le quitara la candidatura a Brugada, López Obrador hubiera llamado a votar por el PT pero sin empecinarse a que Juanito renunciará y que éste se quedara a gobernar trabajando conjuntamente con todos los sectores sociales y políticos.

Pero lamentablemente vivimos en México, y cada quien vela por sus intereses y no por los intereses de México y de todos los mexicanos.

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